Hace ya casi una semana que tuve la feria medieval y todavía no os conté que tal me fue: INOLVIDABLE.
Era mi primera experiencia en mercadillo y tenía tanta ilusión como nervios. Allá voy yo de madrugadora a montar mi humilde mesita con sombrilla antes que los de las complicadas pérgolas. Ya estoy yo toda dispuesta a empezar la jornada. Pero empieza a llover. Bueno, la sombrilla es amplia. Pero hay viento, que me tumba los marcos de fotos y el expositor y me trae la lluvia encima.
Al poco tuve que tumbarlo todo, plastificar la mesa y amarrar bien el plástico. Mi sombrilla no aguantaba, así que la cerré y me refuguié en el puesto de mi vecina. A eso de las 11 cayó un chaparrón de los gordos gordos. El suelo acabó empozado (yo estaba en un campo de futbol de arena).
Al final paró casi del todo de llover. ¿Mejoró el tiempo? Nooooo. Quedó un viento huracanado que volcaba las pérgolas, arrancaba toldos y plásticos, lanzaba mercancía. Un desastre.
Aquí veis a otra vecina colgada de los hierro para impedir que volara su puesto. Todos ayudando a todos. Al final a tan sólo las 2 de la tarde una gran mayoría con gran pena decidimos que no merecía la pena que se nos estropeara todo. Unos se mudaron a rincones más al abrigo. Otros con gran disgusto se marcharon, entre ellos yo. Rabié en casa, porque apenas llovió más y hasta salió el sol, pero el viento no amainaba. Una jornada perdida.
El domingo volví a intentarlo esperanzada pues la previsión del viento era mejor. Me busqué un huequillo con un muro a la espalda y puse mi mejor sonrisa. Llovió algo por la mañana, pero vino bastante gente y hubo algunas ventas. Y ya por la tarde un sol espléndido acompañó a la jornada de actuaciones y juegos para los niños. Fue una tarde perfecta. Mis creaciones encantaron y vendí un montón, pero se nota que la economía no está bien y gran parte de la gente sólo pasea. Con todo tantas cosas preparé que me siguieron sobrando un montón, pero estoy muy contenta.
A pesar de que me estrené en el peor día que pasaron mis compañeros artesanos valió la pena. Ojalá los dos días completos hubieran sido como la tarde del sábado... Pero todo lo vivido con toda esta buena gente, que se conocen y se ayudan como hermanos, y que te reciben con los brazos abiertos ha sido fantástico. Ya veremos cuándo será la próxima vez que coincidamos. Un beso a todos
